Asenna Steam
kirjaudu sisään
|
kieli
简体中文 (yksinkertaistettu kiina)
繁體中文 (perinteinen kiina)
日本語 (japani)
한국어 (korea)
ไทย (thai)
български (bulgaria)
Čeština (tšekki)
Dansk (tanska)
Deutsch (saksa)
English (englanti)
Español – España (espanja – Espanja)
Español – Latinoamérica (espanja – Lat. Am.)
Ελληνικά (kreikka)
Français (ranska)
Italiano (italia)
Bahasa Indonesia (indonesia)
Magyar (unkari)
Nederlands (hollanti)
Norsk (norja)
Polski (puola)
Português (portugali – Portugali)
Português – Brasil (portugali – Brasilia)
Română (romania)
Русский (venäjä)
Svenska (ruotsi)
Türkçe (turkki)
Tiếng Việt (vietnam)
Українська (ukraina)
Ilmoita käännösongelmasta
Primero que nada, hablemos de ese nombre, Yvano. No es que esté mal... es que simplemente no tiene sentido. Y claro, ya sabemos la historia: tus papás, en plena acción, decidieron que justo en ese momento era el mejor para discutir cómo te iban a llamar. Imagínate la escena... ahí estaban, haciendo lo suyo, y de repente tu mamá soltó un "Yvan... no". Ni siquiera terminaron bien la frase, y ahora aquí estás tú, con un nombre que es básicamente el resultado de un malentendido en el peor momento posible.
Por si fuera poco, eres más rata que el primo de Remy en Ratatouille. Siempre estás al acecho, esperando la oportunidad perfecta para llevarte el loot, traicionar a tu equipo, o arruinarle la partida a cualquiera que confíe en ti. Es como si tu alma estuviera hecha para robar y traicionar, programada desde ese fatídico "Yvan... no" para ser la rata definitiva.